A. G.
15 KILOS MENOS
Querida yo del pasado:
De corazón, gracias. Gracias por tener la valentía de querer cambiar cuando las cosas iban mal en tu vida desde hace años. Gracias por buscar aquel día “tontamente” ayuda y encontrar a Ylenia, tu mentora. Y sobre todo, gracias por confiar a ciegas en ella, su ayuda te cambiará la vida.
No puedo estar más agradecida contigo, has hecho que sea la chica fuerte que hoy soy, pero sobre todo has conseguido que vuelva a sonreír. Y eso, querida, ni todo el dinero del mundo lo puede conseguir.
Querida yo del futuro:
Sé que quieres seguir viviendo en el cuerpo y en la mente sanos y vivos que Yle te enseñó a descubrir, pero por si acaso desfallecen tus fuerzas, quiero recordarte lo que hiciste por ti en apenas unos meses.
Día previo a 1ª cita, ¡Que nervios tengo!: No paraba de leer los “Testimonios reales” y pensaba… ¡que exagerados! Qué tontería pensar que te pueda cambiar tanto la vida por la comida, ja! Puro cuento. Pero… y si es cierto, ¿Me lo voy a perder? No pierdo nada por intentarlo.
1ª Cita ¡Que buen rollo!: Podría resumir mis primeras sensaciones en eso, buenas vibraciones y muchas ganas de empezar. Muchas. Me esforcé en hacer las cosas perfectas y en nunca mentirme a mí misma.
Siempre he crecido con el mantra de “Quien algo quiere, algo le cuesta” pero qué quieres que te diga, eso fue al principio y desbordaba motivación por cada poro de mi piel.
Iban transcurriendo las citas y empecé a darme cuenta de que esto no iba de comer brócoli al vapor o pechugas a la plancha. Sino de mimarte, quererte y respetarte, en cualquier aspecto de tu vida.
La evolución era constante y progresiva, conforme disminuían los kilos de la báscula aumentaba el tamaño de mi sonrisa. Parecía que todo empezaba a mejorar, mi salud, mi actitud, mi peso, mi composición física y, curiosamente, eso influyó en mis relaciones personales (pareja, familia, amigos, trabajo). No sabría decir en qué momento ocurrió aquello porque no fue de un día para otro, solo sé que cambió. Y NUNCA ha vuelto a ser “gris”.
La alimentación sana se volvió parte de mi rutina y mi entorno aprendió de ello, ¡se unieron a la vida sana también!
Mentiría si digo que no pasé días malos, pero esto me ha enseñado a sacar la parte positiva de todo. Y es que sin días malos, los buenos no serían tan buenos. ¡Y mi cuerpo (contrariamente a lo que ha hecho toda su vida) me pedía mimo alimenticio continuamente!
A día de hoy he conseguido una disminución de 15 kg de peso, mejor tipazo que cuando tenía 20 años y un aumento de hasta el 100% de felicidad.
Es muy complicado expresar con palabras la plenitud que te hace sentir el hecho de poner la comida en su sitio, así que, si algún día se te olvida por qué empezaste, lee esta carta mil y una veces como hiciste el primer día y sonríele al espejo de nuevo, él siempre te devolverá la sonrisa.
Y a ti, Yle, decirte que sin tu mano este camino no habría sido posible, aunque sé que lo habrás oído cientos de veces, a mí, me has cambiado la vida.
Te estaré eternamente agradecida.
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